Miedos y Fobias
El miedo se considera una reacción normal, básica y constante en el desarrollo y funcionamiento humano, conteniendo un importante valor funcional y adaptativo. En el caso del niño esto es incluso más cierto, el miedo forma parte del desarrollo normal del niño, siendo los miedos infantiles pasajeros y temporales. Estando relacionados con determinadas etapas evolutivas, por lo que resulta habitual encontrar ciertos miedos en ciertas edades, además estos miedos no suelen interferir con el funcionamiento habitual. Estos miedos juegan un importante papel, ya que dotan al niño de habilidades para hacer frente a situaciones vitales estresantes.
Muchos de tales miedos implican situaciones peligrosas en ciertos momentos evolutivos como el miedo de separación de los padres, el miedo a los animales, el miedo a los daños físicos, el miedo a extraños, etc… La ansiedad, que es una reacción más difusa y anticipatoria de los miedos, se ha considerado como un mecanismo evolucionado que facilita la supervivencia de la especie.
Se considera que las fobias consisten en una forma especial de miedo caracterizado por ser desproporcionado respecto a la situación, ser irracional, es decir no se puede explicar, queda fuera del control voluntario, y lleva a emitir respuestas de evitación, la reacción de temor persiste durante largos períodos de tiempo (el DSM-IV considera que debe ser de al menos seis meses), es una reacción desadaptativa y no se corresponde a la edad o estadio evolutivo. Las fobias tienen además como característica que interfieren en la vida de la persona que la padece.
A lo largo de la evolución del niño no solo cambia el estímulo que provoca la reacción de temor sino también las manifestaciones de tal emoción.